miércoles, 23 de mayo de 2012

Errico Malatesta - "En el Cafe: conversaciones sobre comunismo anárquico"


ERRICO MALATESTA, LA ACCIÓN Y LA PROPAGANDA REVOLUCIONARIA



Para Malatesta, la palabra fue siempre un arma de combate: artículos, manifiestos, panfletos, proclamas, alegatos; su vida entera es una continúa divulgación de principios para acciones concretas de organización anárquica y revolucionaria. Las palabras son herramientas para el esclarecimiento de los oprimidos, un vasto arsenal en la lucha de clases.

El comunismo anárquico no es ni será nunca un conjunto de preceptos definidos para siempre. Es la construcción colectiva de herramientas, de ideas encarnadas en acciones solidarias a favor de la  libertad, que tengan como fundamento la acción directa, el socialismo libertario.

Errico Malatesta nació en Sta. María Dicapua Vetere (Nápoles-Italia) en 1853. Proviniendo de una familia acomodada económicamente, pronto rompió con ella, al ser arrestado a los catorce años por su insumisión antimonárquica. Comenzó su activismo político a los 17 años, cuando se interesa por los principios de la Internacional y el socialismo antiautoritario.

En 1872 toma contacto con Bakunin, de quien se considerará su discípulo. Fundador e impulsor de periódicos como “Umanitá Nova”, “Volontá”, “La Asociazzione”, sostenedor de la sección italiana de la 1º Internacional, junto a otros compañeros como A. Borghi y Luiggi Fabbri.

Luego, Malatesta inicia una serie de viajes y participa en distintas acciones de agitación social.
Viaja por Suiza, España, Egipto, Rumania, Francia, Bélgica e Inglaterra.

En marzo de 1885, para evitar ser apresado en Europa, decide partir hacia la Región Argentina. Aquí participará de la fundación de sindicatos (la Sociedad de Resistencia Cosmopolita de Obreros Panaderos), promoverá la organización del proletariado, y a la vez participará en fuertes debates y luchas ideológicas con los anarquistas individualistas.

En la Primera Guerra Mundial, Malatesta se muestra partidario de la oposición activa a la guerra, llama a la deserción revolucionaria en todos los países por considerarla una guerra fratricida en provecho de los intereses de minorías explotadoras. Esto producirá la separación ideológica con Kropotkin (partidario de la alineación con Francia e Inglaterra). La separación se ejemplifica con la oposición de Malatesta al “Manifiesto de los 16” de Kropotkin.

En 1920 se produce una ola de ocupaciones de fábricas por parte de los trabajadores donde Malatesta participa, siendo inspirador del movimiento (desde la Unione Sindicale Italiana). Con la llegada de Mussolini, Malatesta es procesado por su participación antifascista en varias revistas. Prisionero en su domicilio, aislado y reprimido por el fascismo, muere el 22 de julio de 1932 en Roma.

Los debates sobre comunismo anárquico que Malatesta esboza En el café, forman parte de la trilogía de folletos que se completa con: Entre campesinos y En tiempo de elecciones.

Era frecuente para Errico Malatesta tener que buscar refugio en pequeñas aldeas, para ponerse a resguardo de los esbirros policiales. Entre una insurrección y otra, forzadamente alejado de los mítines y asambleas, escribía diálogos con la pretensión de llegar con las ideas anarquistas a los trabajadores de los campos y las ciudades.

En el folleto En el café, Malatesta plantea en un lenguaje coloquial y sencillo cuestiones esenciales, de la vida cotidiana: la desigualdad económica y social, la explotación capitalista, la necesidad del amor libre, la utilidad de una educación integral que ensamble trabajo manual e intelectual.

Los diálogos de Malatesta son una incitación al debate y un estímulo para la acción transformadora, y el comunismo anárquico una alternativa revolucionaria frente a la barbarie capitalista, estatalista y patriarcal.

Carlos A. Solero
Rosario, primavera de 2009




CAPÍTULO I



Próspero. (Gordo burgués entendido en economía política y otras ciencias) – Sí, sí... lo sabemos. Hay gentes que sufren hambre, mujeres que se prostituyen, niños que mueren por falta de cuidados. Dices siempre lo mismo... ¡al fin te vuelves aburridor! Déjanos sorber en paz nuestros helados... Sí, hay males en la sociedad: hambre, ignorancia, guerra, delito, peste, el diablo que te lleve... y ¿en último resultado? ¿Qué te importa a ti?

Miguel. (Estudiante que tiene relaciones con socialistas y anarquistas) – ¡Cómo! ¿Y en último resultado? ¿Que qué es lo que me importa? Usted tiene una casa cómoda, una mesa rica, criados a sus órdenes. Usted mantiene los hijos en el colegio, envía la mujer a los baños; para usted todo va bien. Y porque usted está bien, que se hunda el mundo, nada le importa. Pero, si tuviese un poco de corazón, sí...

Próspero. – Basta, basta... no nos sermonees ahora. Y además, jovencito, termina con ese tono. Tú me crees insensible, indiferente a los males ajenos. Al contrario, mi corazón sangra: pero con el corazón no se resuelven los grandes problemas sociales. Las leyes de la naturaleza son inmutables, y no es con declamaciones ni con un afeminado sentimentalismo como pueden ser modificadas. El sabio se doblega ante los hechos y goza de la vida lo mejor que puede sin correr tras sueños insensatos.

Miguel. – Ah, ¿se trata de leyes naturales?... ¿Y si a los pobres se les metiera en la cabeza corregir esas famosas leyes de la naturaleza? Conozco gentes que pronuncian discursos verdaderamente poco tranquilizadores para esas señoras leyes.

Próspero. – Sí, sí, sabemos con quién andas. Di de parte mía a esa canalla de socialistas y anarquistas, de quienes haces tu compañía predilecta, que para ellos y para los que incurran en la tentación de poner en práctica sus teorías malvadas, tenemos buenos soldados y óptimos carabineros.

Miguel. – Oh, si pone en medio los soldados y los carabineros, no hablo más. Es como si para demostrarme que estoy en un error me propusiera una partida de pugilato. Pero si no tiene mas argumentos que la fuerza bruta, no se fíe de ella. Mañana podrán encontrarse ustedes los más débiles; ¿y entonces?

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